Deporte Limpio: Entorno familiar

Conocer al deportista desde su esencia, fuera y dentro del entorno deportivo, saber con quién se relaciona, qué papel tiene su familia, cuáles son sus amistades y aficiones son herramientas que benefician al entrenador en la detección de posibles conductas de riesgo.

Es importante que exista un equilibrio entre entorno deportivo, familiar y el círculo de amistades y que la formación, educación y metodología de trabajo compartan la misma dirección. Conseguir esta estructura con una base y orígenes sólidos permitirá una estabilidad en la vida del deportista dentro y fuera del terreno de juego, además de ser una barrera frente al dopaje.

La familia es uno de los pilares fundamentales para un deportista. Los familiares deben sumar, aportar y crear un núcleo de estabilidad y tranquilidad en el que el deportista se sienta respaldado, apoyado y seguro.

Dentro de este contexto es importante que existan límites, que se anime ante una derrota y se disfrute el triunfo  de una manera moderada, remarcando los valores que le han llevado a conseguirlo para, de esta forma, seguir enfocados por el mismo camino. También es principal que se tenga presente que el motor del deporte esté en la satisfacción, en el disfrute  y en la superación personal.

Cuando en el entorno familiar existen carencias, el entrenador debe ser capaz de detectarlas para evitar que acaben provocando conductas de dopaje. Éstas se pueden detectar teniendo en cuenta los siguientes aspectos:

El deporte de élite es exigente: entrenamientos, competiciones, presión, esfuerzo, constancia, sacrificio. Los deportistas necesitan un soporte familiar estable que les arrope.

Si a esta exigencia intrínseca del deporte le sumamos una presión añadida por parte del entorno familiar, no existirá el equilibrio ideal en el bienestar deportivo y personal del deportista. Esta puede ser una señal de alerta que el entrenador debe tener en cuenta. 

En edades tempranas es importante que la motivación y las ganas de seguir practicando deporte vayan de la mano con la diversión, con disfrutar con el resto de compañeros. Un niño, cuando practica deporte no tiene que rendir, necesita disfrutar con sus compañeros. Este es el mensaje claro que debe difundir el entrenador a sus deportistas y a su entorno. A medida que el niño va creciendo, el técnico debe fomentar el aprender a competir para divertirse. De este modo, se contribuye la creación de unos fundamentos fuertes y constantes.

El deporte debe ser una actividad que enriquezca y mejore la vida humana. Debe llevar alegría a quienes compiten y a quienes observan o participan de otra manera. El uso de sustancias o métodos prohibidos puede destruir esa naturaleza.

El entrenador, junto al personal de apoyo y el deportista, son los responsables de planificar y pautar los objetivos de la temporada. Las metas deberán estar orientadas al proceso, al rendimiento y a las habilidades que el deportista pueda controlar.

Esta debe ser la misma orientación que exista en el contexto familiar: el deportista necesita un refuerzo positivo a sus esfuerzos y logros personales por parte de su entorno más cercano.

Si el entrenador detecta que la disposición familiar es contraria a esta orientación, deberá hacer hincapié en comunicarles la metodología de trabajo establecida.

El entrenador debe transmitir al deportista y al entorno familiar que el resultado es la consecuencia de hacer bien aquello que depende del propio al deportista.

El entorno del deportista no debe ser nunca un elemento de presión. Cuando en la familia existen unas expectativas que no van ligadas con las del deportista, esto puede convertirse en un riesgo importante que hay que tener en cuenta.

Los deportistas que se inician en la práctica deportiva deben hacerlo desde la ilusión y con alegría. Desde el entorno familiar es importante que se anime es esta misma dirección: después de un entrenamiento o competición preguntando al deportista si se ha divertido, cómo se lo ha pasado.

Si el técnico detecta que existen influencias peligrosas por parte del entorno familiar, tanto en el deporte base como en el de alto rendimiento, necesitará valorarlo con el fin de evitar que esta presión añadida acabe desencadenando comportamientos antideportivos.

Desde el entorno más cercano, el deportista necesita que se le refuerce positivamente, apreciando lo que se hace bien y las buenas actuaciones del día a día.

Para conseguir que la motivación y el desarrollo del deportista estén focalizados en la satisfacción y superación personal, las comparaciones con el rival o el resto de compañeros se deben evitar en todos los contextos,pero en especial en el familiar.

Mantener a un deportista en constante examen y análisis haciendo balance de las diferencias que existen entre rivales, compañeros u otros puede afectar directamente a su autoestima, además de crear un ambiente de desconfianza dentro del entorno más cercano.

Esta debilidad que aparece cuando las comparaciones están presentes puede desembocar en conductas de riesgo.